Llegó a nuestras vidas hace unos años, arrasando casi como un tsunami, de la mano sobre todo de cierta omnipresente tienda de muebles sueca. Lo cierto es que, el estilo nórdico tiene muchas y muy convincentes ventajas para haber acabado generalizándose como una preferencia decorativa en todo el mundo. Pero, como todo estilo, tiene sus claroscuros que repasamos contigo a continuación.
Las cualidades del estilo nórdico
Si hubiese que definir al estilo nórdico con un concepto, ese sería sin duda la sencillez. Aunque, la característica que se potencia por encima de cualquier otra en los espacios scandi es la luminosidad. Pensemos en la escasez de luz solar de los países nórdicos y será fácil entender su necesidad de aprovechar la iluminación natural al máximo.
¿Cómo consiguen que sus hogares no sean oscuros y deprimentes? Pues, liberando las estancias de barreras que obstruyan la entrada de luz (fuera tabiques y pocos objetos o muebles por en medio) y convirtiendo al blanco en el absoluto protagonista de la decoración.
Este estilo basado en los espacios abiertos, el minimalismo, la luminosidad y las líneas rectas consigue, sin embargo, generar ambientes con calidez y personalidad. En este sentido, el contrapunto es consecuencia de su apuesta por la madera y los materiales naturales (lino, lana, algodón, plantas, piedra…) como complementos decorativos imprescindibles.
Los principales contras que plantea
La pega más evidente que se le puede achacar a esta decoración inspirada en los países escandinavos, no tiene tanto que ver con sus características como con el hecho de que se haya extendido tanto. Sí, porque al final, resulta demasiado monótono e impersonal que los interiores de la mayor parte de viviendas y locales sean de inspiración nórdica.
Además, especialmente en nuestro país, el tamaño medio de las casas origina un inconveniente a la hora de decorar con estilo nórdico. Con tan pocos metros cuadrados es más complicado mantener esa sensación de espacios despejados, mínimamente invadidos con objetos o muebles.
Cómo sacarle el máximo partido al estilo nórdico
Pero, después de tanta teoría, vamos a lo práctico. Estos consejos te permitirán disfrutar de todo el potencial de ventajas del estilo nórdico, a la vez que minimizar sus posibles carencias. Diseña espacios nórdicos teniendo en cuenta estas tres ideas:
- Elige con el máximo cuidado los textiles, son piezas esenciales para romper la uniformidad del blanco y aportar calidez. Juega por un lado con las texturas, combinando lino, algodón, lana o, incluso, terciopelo en cojines, fundas de sofás, estores y ropa de cama. Además, los estampados étnicos son especialmente apropiados para poner un contrapunto visual al estilo nórdico.
- Pocos complementos, pero muy originales. Minimalismo no es sinónimo de ausencia total de objetos, sino de reducirlos a la mínima expresión. Por ello, estas piezas (lámparas, cuadros, esculturas, macetas, percheros…) debes seleccionarlas teniendo en cuenta su funcionalidad y, a la vez, su potencial estético. Aprovecha para incorporar un toque de color intenso o materiales que rompan la monotonía (metales, vidrios o piedra).
- Multiplica los espacios de almacenamiento. Para que sea posible que los espacios se mantengan ordenados y diáfanos, sin que tu comodidad se vea afectada, tienes que disponer de numerosas opciones para guardar todo lo que usas en tu vida cotidiana. Afortunadamente, hay infinitas posibilidades de almacenaje en muebles (sillones con asientos abatibles, somieres de cama con cajones, pufs con tapa…). Además, con obras muy sencillas o usando armarios empotrados, se aprovechan todos los rincones de una casa, desde altillos a esquinas o huecos debajo de escaleras.
Una de las cualidades del estilo nórdico, como hemos visto, es su adaptabilidad a todo tipo de espacios y gustos. Si necesitas un asesoramiento más personalizado, en Decorman contamos con un equipo de diseño de interiores que puede orientarte.